Salen de sus países con la esperanza de llegar a Europa...

Miles de subsaharianos atrapados: Europa era su meta y Marruecos fue su cárcel.


Centenares de personas se embarcan cada año en busca de El Dorado en largas travesías por el Sahara, pero para muchos de ellos Marruecos supone el final del viaje.

Una de cada tres subsaharianas admitió haber sido violada

No existen cifras oficiales al respecto, pero la o­nG Médicos Sin Fronteras (MSF) calcula que en la actualidad podría haber cerca de 4.500 migrantes subsaharianos atrapados en Marruecos, sin posibilidad de llegar a Europa ni de volver a sus países de origen.

Una vez allí, quedan expuestos a todo tipo de agresiones y vejaciones: el 39% de los entrevistados por la o­nG reconocieron haber sido agredidos, mientras que una de cada tres mujeres atendidas en Rabat y Casablanca admitió haber sido violada, antes, durante o después de la travesía. Además, la cifra podría ser incluso más alta, ya que muchas de ellas se negaron a hablar.

La pesadilla de Maghnia-Oujda

Marruecos es la última estación de un tortuoso viaje que realizan en una vagoneta, sin apenas dormir, sin comer y bebiendo muy poca agua. Sin embargo, el momento más crítico del viaje llega poco antes de entrar al país magrebí, cuando intentan atravesar el paso fronterizo argelino-marroquí entre Maghnia (última ciudad argelina) y Oujda (primera ciudad marroquí).

Son ciudades sin ley, en las que las mujeres son pura mercancía: "Una recién llegada a Maghnia es de quien quiera; no puede negarse, no puede irse, todo se paga con sexo", declara un migrante subsahariano tras su paso por la zona.

MSF recogió los testimonios de 63 pacientes que habían sido violadas en su informe Violencia sexual y migración: la realidad oculta de las mujeres subsaharianas atrapadas en Marruecos de camino a Europa, presentado este jueves.

Una recién llegada a Maghnia es de quien quiera; no puede negarse, no puede irseEn el documento, una de las mujeres violadas explica que la situación no mejora al llegar a Oujda. Su madre había muerto y su padre se había obligado a exiliarse por motivos políticos, con lo que A.A. quedó sola en su país. Junto a una amiga de la familia viajó a Casablanca y de ahí a París, donde fueron rechazadas y devueltas a Marruecos.
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