Las Mujeres alimentan el Mundo


En el mundo pobre existe una emergencia, se llama crisis alimentaria. Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) mil 20 millones de personas están mal nutridas en el mundo, es decir; una de cada 6 de todas las que habitan el planeta. Y pueden llegar a ser mil 500 millones en 2015 si no se hace algo y pronto.

Esta crisis hace visible la pobreza rural, que representa el 75 por ciento de toda la pobreza del mundo y está íntimamente ligada a la depredación de los bienes del planeta que nos está cambiando el clima, las corrientes de los ríos y el calado de los vientos.

Como nunca había sucedido, en febrero llueve en Barcelona y el frío hiela los huesos; nevó exageradamente en Berlín; la lluvia que afectó al Distrito Federal y a la zona de extrarradios de la ciudad de México son pruebas de este abuso que los humanos han hecho del planeta.

Lo más grave es que todavía son principalmente las mujeres las que alimentan al mundo, son ellas las que aseguran que no falte el arroz en el sudeste asiático y ellas las que producen trigo y maíz en América, que proporciona hasta el 90 por ciento de los alimentos que consume la población empobrecida de las zonas rurales.

En la África subsahariana las mujeres producen hasta el 80 por ciento de los alimentos básicos para el consumo familiar y su venta, ellas cultivan hasta 120 especies vegetales diferentes en los espacios libres junto a los cultivos comerciales de los hombres.

Es decir, estos datos, de un libro que se llama Las Mujeres Alimentan el Mundo que editó una organización no gubernamental de Barcelona, llamada Entre Pueblos, revela que el agotamiento del planeta, que se viene, la falta de agua y todo lo que ello significa, pasará por arrasar la vida de millones de mujeres, ellas, mil 600 millones que en el mundo están produciendo alimentos.


Lo más grave, según el artículo de Alex Gillamón, coordinador de esa organización, es que los alimentos son un negocio de empresas que están en todo el mundo haciendo de las suyas, controlando el mercado, los suelos, la agroalimentación, especulando con los granos y para no arriesgar sus ganancias, expulsan a los campesinos y a sus familias de las regiones ricas y productivas.

El agua se acaba mientras que el número de víctimas del hambre es mayor que nunca

Leer esas cifras, en el contexto de testimonios de mujeres que se organizan por todo el mundo, en una red llamada Vía Campesina, me puso a pensar al menos dos veces en cuánto sabe la opinión pública de este asunto, cuánto se valora que sean las mujeres –muchas esposas de los que migran- quienes son las conservadoras de algunas tradiciones del cuidado del campo y guarda de semillas, quienes calladamente o haciendo alaraca, se oponen a los transgénicos y procuran, con su sabiduría, conservar amplias zonas del planeta.

Es curioso, en el libro referido hay historias completas de cómo se organizan las mujeres en Guatemala, Colombia y México, narra la falta de tierra para las mujeres, de cómo las temporaleras carecen de seguridad social; sin embargo es un libro de esperanza al describir las estrategias para rescatar las tierras que ellas proponen; rescata las viejas sabidurías populares que permiten producir alimentos para pueblos enteros que hoy podrían desaparecer.

Una estrategia que han llamado soberanía alimentaria

La publicación que podría estar disponible en la internet, es un ejemplo de cómo se elaboran propuestas desde la sociedad civil para salvarnos de las políticas que desde el poder se imponen para sólo acumular dinero y apoyar a los grandes capitales; un ejemplo de que a pesar de los perseguidos por defender su tierra, como Ignacio del Valle en Atenco, todavía hay voces que no se derrotan y acciones que se mantienen.

Es así como las voces de las mujeres trascienden todas las fronteras y existen, en los lugares menos imaginados, testimonios de que la población resiste a quienes generan políticas de exterminio humano y demolición de las ideas.

Esta organización no gubernamental, Entre Pueblos se dedica a reunir estas voces, no sólo en documentos o en un libro, sino que desde Cataluña, acompaña a estos grupos de hombres y mujeres que resisten los embates del capitalismo salvaje en muchos lugares del mundo, pero especialmente en América Latina.


Habría que preguntarse, en todo caso, si quienes toman decisiones o despliegan propuestas para recomponer esta crisis, escuchan o no estas voces que se van extendiendo por todas partes, advirtiendo que ya no hay forma de salvar al mundo con un sistema que sólo piensa en el dinero y no en las personas; en el poder y no en la humanidad; en la acumulación material y no en el horizonte de la vida, que se encuentra en la riqueza de las voces, en las miradas y las creaciones artísticas, en la generosidad y no en el militarismo.



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