De pronto me mire ahí, en la bella azotea de las oficinas de Comunicación e Información de la Mujer - Cimac, en el centro histórico de la Ciudad de México.
Toda, toda su estructura es estratégica para, no solo, la difusión de la denuncia inmediata de aquello que atenta en contra de nosotras, de nosotras sus mujeres: desde sus ancestrales pendientes, hasta las voces de Ya Basta originadas por la inseguridad, el hartazgo y la desprotección en que vivimos en todo el mundo, peo de manera más urgente en cada rincón de México.
Esta vez es el ‘Ya Basta’ con cara de mujer, de Cimac, que demanda justicia urgentemente y a quien no le importa que esto genere “incomodidad” en quienes tienen que impartir justicia, como sucede con tantas violaciones en contra de otras mujeres, de familias, y que se traducen luego en amenazas veladas, como esta vez contra nuestra raíz, Cimac...
Dos son ya los atentados contra la organización y desde acá, quienes vivimos fuera de ese ámbito geográfico, detrás de la línea, pero unidas en motivo, proyecto y corazón, exigimos al gobierno mexicano, tanto federal como local, que investigue y llegue a la profundidad de esos ataques, que no sólo se llevaron objetos, sino la tranquilidad de quienes trabajan por la tranquilidad del resto...
Que se aplique la ley en contra de quien o quienes sean culpables de robo y que, sabiéndolo o no, atenta contra la libertad de expresión al levarse los instrumentos de trabajo, y que se garantice la seguridad de quienes tienen el derecho a ejercer su trabajo sin temores, ni amenazas...
Así lo pedimos muchas y muchos, desde diferentes flancos, de sur a norte, y elevamos nuestras voces en demanda de ¡Justicia! ¡Ya basta!
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