Ola de ataques con ácido contra las niñas y mujeres de Pakistán

Público.

Caminar solas por la calle sin la compañía de algún familiar masculino, rechazar al pretendiente propuesto por los padres, no lograr concebir un hijo varón o, simplemente, no saber cocinar. Por cualquiera de estos motivos, decenas de mujeres son atacadas con ácido cada año en las zonas rurales de Pakistán.

Fátima, Saima y Fakina, tres hermanas de entre 14 y 20 años, se convirtieron ayer en las últimas víctimas de este crimen: unos desconocidos les arrojaron ácido desde una motocicleta cuando volvían a casa en Kalat, en la provincia de Baluchistán.

"Las tres tienen quemaduras muy graves en la cara y parte de su cuerpo", declaró a Reuters el doctor Baqir Shah. Su padre explicó que desconoce el móvil de la agresión porque la familia no tiene enemigos.

La policía investiga si está detrás la milicia islamista Baloch Ghairatmand, ya que se atribuyó un ataque similar hace sólo dos semanas. Unos motoristas desfiguraron el rostro de dos niñas de 11 y 13 años que volvían solas de hacer la compra en una población cercana a Kalat.

Los fundamentalistas amenazaron entonces con atentar contra todas las mujeres y niñas "que no lleven hiyab o salgan a la calle sin parientes masculinos". La amenaza ha surtido efecto.

Desde entonces, como ocurre también en zonas con una importante presencia talibán sobre todo las áreas tribales fronterizas con Afganistán, algunos padres han prohibido a sus hijas ir a la escuela por miedo. Las menores suelen recorrer varios kilómetros a pie, en grupos exclusivamente femeninos, para llegar al colegio.

Escasas denuncias
El número de denuncias por agresiones con ácido casi se dobló entre 2008 y 2009, de 29 a 53, según la Fundación Aurat. La cifra total de personas atacadas con ácido y que sufrieron quemaduras pasó de 90 a 103. Sin embargo, la mayoría de las víctimas no llega a presentarse nunca en la comisaría y sus casos quedan fuera de las estadísticas.

Ocurre lo mismo con otros tipos de violencia machista, como los crímenes de honor o las violaciones. "Los que perpetran estos crímenes saben que no serán arrestados ni condenados. Por eso la violencia contra las mujeres aumenta", critica Iqbal Haider, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán (HRCP).

La escasez de arrestos y condenas está muy vinculada a la rampante corrupción en las filas de la policía y la Justicia paquistaníes. "A veces la policía está implicada en las violaciones. Es frecuente que los agentes abusen o amenacen a las víctimas y les exijan que retiren los cargos, sobre todo cuando el acusado los ha sobornado", denuncia el Departamento de Estado de EEUU en su informe Derechos humanos en Pakistán 2009.


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