BARAKA

-Levanta, Fátima, es la hora, no puedes llegar tarde.
-Madre, no se preocupe, total… por un día que no vaya.
-Levanta, ingrata, ¿quieres que venga tu padre? recuerda lo que ocurrió la última vez.
-¡No! Me pondré mis mejores galas para no enfadarlo.
-Ponte el caftán* que él te regaló en tu cumpleaños.
-No me gusta, madre, yo prefiero ropa cómoda que me permita montar a caballo.
-¿Qué dices? ¿Montar a caballo? Tu… ¿montar a caballo? ¡Por Alá!
-Sí, ya estoy cansada de ser diferente a mi hermano, quiero tener un caballo alazán y disfrutar agarrada a sus crines por el desierto.
-¡Cierra la boca y que nadie oiga jamás lo que has dicho, si no, nos castigarán a las dos!
-Siempre callando, lo haré por ti… pero algún día… el viento azotará mi cara, mientras galopando cruce el desierto.
-Calla, calla… ve con tu hermano Ajmed, el almuecín ya está llamando a la oración.
-Tenéis que daros prisa, antes de que asome la luna, sacad más tierra, necesitamos que el agujero sea lo suficientemente profundo.
-Si, mi querida Amina, ya están preparando los odres, los invitados serán numerosos y el vino correrá en abundancia.
-Fátima, siento una honda tristeza en mi corazón, el Corán no habla de ésta sumisión, tu espíritu es blanco como la paloma que te trae los mensajes de Ibn Gazal. El emir no es justo contigo, no debería obligarte a esto, pero también tengo el presentimiento de que cuando regreses de la Meca, aceptarás lo inevitable y ya verás como al final serás dichosa.
-Tu no… Amina, tú no puedes pensar eso, tienes que ayudarme. ¡Ojalá, mi padre solo tuviera un pequeño rebaño de cabras como el tuyo y me quisiera como el te quiere a ti!
-No ofendas a Alá, yo desearía tener todos los camellos que tiene el tuyo, sus joyas, sus criados, sus campos de acacias, sus palacios, sus manjares…
-Si, mi padre el emir tiene todo eso, pero también tiene el poder de la autoridad, que nadie le repudia jamás, no quiero ser como mi madre, no quiero continuar escondiéndome para llorar cada vez que mi padre, en nombre de nuestro Dios la obliga a tumbarse entre preciosas telas de qamja*, para tomarla a su antojo. El todopoderoso señor del desierto tiene todo, todo… menos el cariño de su familia y de sus súbditos.
-Vamos, ya es suficiente. ¡Metedla dentro!
-Zulaica, hermana, mañana partiré con la caravana, te ruego que durante estos días que dure mi partida, recojas los mensajes que me lleguen de Ibn Gazal y se los llevas a la jaima de Amina, ella los custodiará hasta mi vuelta.
-Cubridla, que la tierra no permita que se le mueva ni un solo músculo.
-Ajmed, ¿falta mucho?, quiero llegar pronto a la fuente de Zamzám*.
-Tendrás que dar siete vueltas, y después ya verás como tu alma se ennoblece y dejarás de pensar en tonterías, nunca le he dicho a nuestro padre lo que haces por las noches, cuando el berebere con los ojos más azules que el cielo, te espera junto al oasis. Pero si persistes en tu empeño mataré a su caballo, para que no pueda volver a galopar como un mendigo bajo las estrellas.
-¡No lo harás, no lo harás!
-No lo haré, porque el agua te purificará. Mañana recogeremos tu malakia* y el día previsto engalanaremos el palacio y tu cuerpo para el gran momento.
-Solo aprisionadla con la arena, no la golpeéis, todo llegará a su tiempo.
-¡No quiero, no quiero tener un hijo tuyo!
-¿Quieres que llame a la guardia? ¿o prefieres que haga contigo lo que el emir le hizo a tu madre cuando, la muy ingrata se rebeló contra sus deseos? Desnúdate y hazlo sola, no se te ocurra llamar a tus doncellas.
-¡Preparados!, alejaros un poco, no tan cerca, tiene que haber una distancia suficiente.
-Sé, amor mío, que volverás a por mí, hago todos mis rezos, confiando en nuestro futuro y en éste hijo que llevo en mis entrañas. Nuestras aves son el correo de nuestro cariño. Tienes que regresar junto a mí, antes de que la tripa delate mi estado. Estoy leyendo con entusiasmo “El collar de la paloma”, me parece el tratado más maravilloso que se ha escrito sobre el amor, algún día lo leeremos juntos. Espero que ésta sea mi última misiva. ¡Quiero pasear contigo por el zoco, disfrutando los aromas y olores de tu pueblo!
-¡Con fuerza, tirad la primera!
-¿Te acuerdas cuando me trajiste el pañuelo, que yo te devolví perfumado y marcado con el rojo de mis labios? ¡Añoro con tanto anhelo el suave tacto de tus manos mientras me sujetaban por la cintura para no caerme de la grupa del caballo…!
-No descanséis, que os esperan en casa.
-Aceptaste de buen grado que le impusiera el nombre de Yussuf, aunque no era muy apropiado para un caballo. Tengo aun el sabor de tu primer beso bajo el palmeral, noto el cimbreo de tus brazos en torno a mi pecho, tu aliento llenando mi alma…
-¡Todas, todas, acabemos de una vez!
-Mi rey del desierto, ya no tengo dolor físico, porque sé, que algún día el paraíso nos dará a los dos la bienvenida, te pido perdón por no conseguir que naciera nuestro hijo, pero tal vez él haya sido el nudo de amor más grande que jamás, nada ni nadie podrá desatar.
-Ya basta, creo que es suficiente, cuando acabe ya vendrán sus familiares a recoger el cuerpo.
-Zulaica, hermana, no llores, aún estoy entre vosotros, mi mente os ve, mi corazón se agranda, dile a nuestro padre, que tal vez un día Alá lo perdone, la Sharia* no es justa, el Corán no dice nada de esto, es un himno a la belleza de la creación de Dios, ¡hermana, hermana! ¿No puedes oírme? Todavía no he muerto, pero pronto me reuniré con nuestra madre, dile a Amina que cuide de Yussuf, su padre lo puede montar cuando vaya con las cabras, dile también que riegue las acacias. ¡Gracias por quitarme la tierra me estaba aprisionado el alma, y quiero entrar limpia y pura, no creo haber pecado por quererlo, por seguir queriéndolo! ¡díselo, díselo!, pronto se le curarán las heridas de los latigazos…¿qué me pasa? siento frío, parece que cientos de serpientes se pasearan dentro de mi, como si fueran una caravana de camellos, ¡amor, amor! quiero que estés aquí a mi lado, bésame… Yussuf… ¡ ten, come la alfalfa de mi mano!, ven, paloma, ven… madre, madre, la Sharia… duele, duele mucho, ven caballito quiero ir al desierto, Zulaika el hatta* de Damasco te lo regalo, póntelo y sé feliz, tu esposo te quiere… frío… frío, mi niño… galopa… la arena me ciega… bésame… las palmeras… paloma… paloma… llévalo… el odre de vino… no… agua… sed… piedras… no… no me lapidéis, yo lo quiero… se abren las puertas…! ¡Salam aleikum! ¡Aleikum assalam!



NOTAS:

*BARAKA: fortuna

*CAFTÁN: vestido.

*QAMJA: tela pesada y muy rica.

*ZAMZÁM: fuente que se encuentra en la Meca, según la tradición hay que dar siete vueltas alrededor de ella, para conseguir el bienestar y la fortuna.

*MALAKIA: vestido precioso.


*HATTA: pañuelo.

*SHARIA: ley.

*SALAM ALEIKUM, ALEIKUM ASSALAM: saludo.


Carmen Estevez Rebollo.



FLORES DE SILENCIO






¡Hay tantas cosas que desearíamos o no desearíamos para el próximo año!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un relato, sin duda para pensar, pero algo confuso.

Anónimo dijo...

Magnifico, el video.
Todo en tus manos se vuelve poesia, y si yo también quiero soñar, soñar, hoy, mañana y siempre.

Anónimo dijo...

Soñemos que el sueño se hace realidad o mejor aún, que la realidad es tan humana y bonita que nos permita leer éstos cuentos y ver éstos vídeos como algo ficticio, que solamente tienen cabida en lo onírico.

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