Cuando las mujeres hayan desaparecido..


En cualquier población del mundo hay más mujeres que hombres, excepto en Asia, donde todo un sistema cultural, económico y social se encarga de hacer desaparecer a las niñas antes y después de nacer.
Según estimaciones del programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en India “faltarían 48 millones de mujeres”, y la misma situación encontramos en China, Afganistán, Bangladesh y Pakistán.
En conjunto, el déficit de mujeres sería de unos 100 millones, es decir, aproximadamente la población de Méjico.
La periodista y escritora Bènèdicte Manier ha recogido estos datos en
"Cuando las mujeres hayan desaparecido", obra en la que analiza todo el engranaje creado en Asia y en India para eliminar a las niñas. La publicación forma parte de la colección "Feminismos" de la editorial Cátedra.
En las culturas asiáticas traer al mundo un varón es una cuestión de honor y un deshonor tener una niña.
Además, ellas son “inútiles”, porque los progenitores necesitan a los hijos para que les cuiden en la vejez, ya que las hijas se van de casa al casarse, explicó la autora, y los ritos funerarios que “garantizan la vida eterna”, sólo pueden realizarlos los hombres.

Por otro lado, la dote que acompaña a las novias al matrimonio se ha convertido, en la actualidad, con la llegada del consumismo a Asia, en una excusa para exigir todo lo que la familia del novio no puede comprar, como un coche, el televisor, la nevera o el ordenador, y la dote “se ha convertido de tradición en extorsión”, apuntó Manier.

El factor económico es otro de los motivos de la eliminación de mujeres y precisamente desparecen en los lugares donde están los centros financieros, en provincias ricas como Guanxi, y en urbes como Delhi, donde el feminicidio se localiza en los barrios más acomodados.
En Chandigarh, ciudad donde habita personal funcionario y comercial, y en Bombay, capital financiera, viven 77 mujeres por cada 100 varones, y “una cuarta parte de la población ha desaparecido”.

Las ecografías son un gran negocio desde 1980, pues saber con antelación el sexo de la criatura es un arma muy eficaz para las familias sólo quieren tener hijos varones. Las clínicas que realizan estas pruebas se lucran ofreciendo ecografía y aborto en el mismo pack, que viene a costar entre 95 y 190 euros.


Un ejemplo de la proliferación de estos centros es Karnataka, localidad rural de 130.000 habitantes donde existen 40 clínicas, y la concentración es aún mayor en las ciudades. En toda la India hay más de 30.000 registradas, a las que hay que sumar las que hacen estas prácticas de manera ilegal.

La desproporción entre mujeres y hombres tiene graves consecuencias, y en los últimos años ha aumentado la violencia sexual -sobre todo las violaciones colectivas- y la prostitución informal.
Hay más tráfico de mujeres y niñas que ser revenden a precios que oscilan desde las 5 mil rupias, que cuesta un teléfono móvil, a las 10.000, que es el precio de un ordenador.

Ante estos datos, Soledad Murillo, lamentó “la impunidad” con la que se decide sobre la vida de las mujeres, y analizó el planteamiento de las leyes en en India o China, que parten del principio de la no discriminación hacia la mujer, una “excelente estrategia” que garantiza el mantenimiento de los usos y costumbres matrimoniales y mercantilistas, porque protege las normas que marca la tradición.

“Es importante pensar cómo todavía la devaluación del valor de las mujeres es absoluta y no tiene respuesta”, agregó, y hay países que “no tienen ningún pudor en no ratificar acuerdos contra la discriminación” o incumplirlos.

Para Murillo, “el poder tiene muchísimas formas de afrontar los cambios para no cambiar y los organismos internacionales tienen la capacidad de recomendar, pero paralelamente y de manera contundente, el mercado, el libre comercio, tiene la facultad de ignorar las recomendaciones”.

“Mientras no liguemos comercio y mercado con derechos humanos, no sólo estaremos hablando de discriminación sino de feminicidio, y no vamos a tener muchas oportunidades de cambiar las cosas”, sentenció.
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