Mohamed, Dalila, Ryan...

Perder a la mujer que amas en plena juventud. Perder al hijo que nació de ese amor. Como si un huracán o un dios cruel y vengativo lo hubieran maldecido y hubieran borrado las huellas de la mujer amada.
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Sólo queda tu corazón destrozado, el lacerante dolor de ese vacio que se suma al vacio. Y más ya no es posible, no parece posible.


Ella no está, y el hijo, que esperábais juntos, que deseastéis juntos, acaba de morir.
Se habló de racismo primero, porque Dalila murió por no ser atendida convenientemente pese a haber acudido a los servicios médicos varias veces. Se dijo que si no hubiera sido extranjera, árabe, le hubieran hecho caso. Se habla ahora de un error imperdonable con su hijo.
Pero ýa ha comenzado a decirse en voz alta la sospecha fatal: que la muerte está más cerca de todos nosotros, de todas nosotras, ahora que la salud se ha convertido en un negocio y se reducen las garantías que se habían ido estableciendo.
Médicos y enfermeras han venido denunciando esto, que las condiciones necesarias para una atención sanitaria de calidad están desapareciendo en la Comunidad de Madrid, víctimas del recorte de recursos.



Cuando las condiciones de trabajo empeoran, los errores se multiplican.Y si el trabajo está vinculado al cuidado de la vida, los errores son fatales....

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