A Laura —psicóloga, 30 años— se le podría llamar también la increíble mujer malabarista. Corre de casa a la guardería. De la guardería al trabajo. Del trabajo a la guardería. De la guardería a casa... Siempre con unos cuantos (muchos) pañuelos de papel en el bolso. Y con unas llaves que no abren ninguna puerta (conocida) y que, cuenta, son el juguete favorito de la pequeña Lucía. Hasta ahí, todo muy similar a otras miles, millones, de ‘mujeres malabaristas’. Sin embargo, lo que la diferencia de esa gran mayoría es que lo hace todo sola. Es, como ella misma se denomina, una “madre sola”. “No me gusta nada el término soltera, como si el no estar casada fuera el adjetivo determinante”, dice resuelta.
El Parlamento Europeo ha aprobado estos días un informe en el que pide a los países miembros que pongan en marcha políticas de apoyo a mujeres como Laura, para facilitar su acceso a la vivienda, la formación y el trabajo. El documento llama la atención sobre una realidad cada vez más común y deja claro que son necesarias políticas de apoyo. Un par de frases para comprenderlo: un único sueldo, un único adulto para tomar todas las decisiones, para afrontar sobre sus hombros toda la responsabilidad, para dedicar su tiempo al o a los hijos…
Las madres solas –y habla de madres porque casi el 90% de las familias monoparentales están compuestas por mujeres— están en situación de desigualdad. Y su realidad, especial porque son el único adulto de la familia, no se suele tener en cuenta. En la mayoría de los países, entre ellos España, ni siquiera son consideradas como familias con necesidades especiales; a pesar de que ciertamente lo son.
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http://blogs.elpais.com/mujeres/2011/10/mam%C3%A1s-solas-o-cuando-se-es-el-%C3%BAnico-adulto-de-la-familia.html
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